PATIENT STORIES
"I am 47 years old and I was born in Argentina. I had always been a very active woman - physical activity was paramount in my life, along with my family and work.
From the age of 38 things changed. A deep pain in my groin led me to consult with doctors and I discovered that I had a stress hip fracture. I could not believe it! The doctors were also amazed at what had happened to me at such a relatively young age.
From that moment on, my life and my daily habits changed abruptly and completely unexpectedly. Even though I had a family history of osteoporosis and fracture (my mom suffered a spinal fracture), I always thought that at that age I was not at risk, and I had quit smoking a year ago, after 16 years as a smoker.
I went through three major surgeries, the last one being a total left hip replacement. I then started the right treatment to solve the problem that caused the fracture because I was at risk of breaking again. I had always related the disease that afflicted me, "Osteoporosis", to older people like my mother.
The rehabilitation took a long time. I needed help, not only from a medical point of view, but my family too had to adapt to this new situation and took on a very important role with regard to my rehabilitation, support and care.
This condition not only led to physical limitations, but was also very depressing, affecting my state of mind. I knew that I would never be able to perform certain activities and movements again. As well, the scars from the surgeries on my leg and the loss of muscle mass changed my body aesthetically, a situation that affected me and it took me time to accept that I had to start over."
Currently, I lead a relatively normal life, although always mindful that I have a prosthesis and must be cautious. I ensure that I check my calcium levels, I also incorporate into my diet foods that are calcium-rich and I do regular physical activity, which is my personal ‘motor’ and helps me to overcome the pain.
I understand that heredity, the genetic load that I carry, is something that I can’t change. However, I can take action for prevention by instilling in my children the need to take precautions, so that they do not go through the same situation. Healthy eating, physical exercise and regular health checks are important measures to prevent osteoporosis.
“Tengo 47 años y nací en Argentina. Siempre fui una mujer muy activa. La actividad física, junto con mi familia y mi trabajo, era primordial en mi vida.
A los 38 años, sin embargo, las cosas cambiaron. Un dolor profundo en la ingle me llevó a consultar con los médicos y descubrí que tenía una fractura de cadera por estrés. ¡No lo podía creer! Los médicos estaban asombrados de lo que me había sucedido a mi edad, relativamente joven.
A partir de ese momento, mi vida y mis hábitos cambiaron de manera abrupta y completamente inesperada. Aunque tenía antecedentes familiares de osteoporosis y fractura (mi mamá sufrió una fractura de columna), siempre pensé que a esa edad no estaba en riesgo. Hacía un año que había dejado de fumar, ¡después de 16 años como fumadora!
Pasé por tres cirugías importantes, la última fue un reemplazo total de cadera izquierda. Entonces inicié el tratamiento adecuado para solucionar el problema que provocó la fractura inicial porque corría el riesgo de volver a fracturarme. Personalmente, siempre había relacionado la Osteoporosis, esta enfermedad que me aquejaba, con personas mayores como mi madre.
La rehabilitación llevó mucho tiempo. Necesitaba ayuda, no solo desde el punto de vista médico, sino que mi familia también tuvo que adaptarse a esta nueva situación y asumió un papel muy importante en cuanto a mi rehabilitación, apoyo y atención.
Esta condición no solo me provocó limitaciones físicas sino que también fue muy dura desde el punto de vista psíquico, afectando mi estado de ánimo. Por ejemplo, sabía que había ciertas actividades y movimientos que nunca más podría volver a realizar. Las cicatrices de las cirugías en mi pierna y la pérdida de masa muscular cambiaron mi cuerpo estéticamente. Me tomó tiempo aceptar que tenía que empezar de nuevo”.
Hoy llevo una vida relativamente normal, aunque siempre soy consciente de que tengo una prótesis y debo tener cuidado. Me aseguro de controlar mis niveles de calcio e incorporarlo en mi dieta y de realizar actividad física regular, mi "motor" personal que me ayuda a superar el dolor.
Entiendo que mis antecedentes familiares, la carga genética que llevo, es algo que no puedo cambiar. Sin embargo, he decidido tomar una actitud proactiva hacia la prevención e inculcar en mis hijos la necesidad de tomar precauciones. No quiero que ellos pasen por la misma situación que yo. La alimentación saludable, el ejercicio físico y los controles de salud periódicos son medidas importantes para prevenir esta enfermedad.